LA EXTRAÑARÉ EN MI MENTE



Caminar por los mismos pasillos y sentir que su aroma no estará presente, que su voz ya no se escuchará al Oriente y que su sonrisa no estará para iluminar mis mañanas, hacen que me destruya y consuma por dentro lentamente.

Mi corazón se acelera al tiempo que desciendo para encontrarme con ella, pero ella ya no está. Sólo hay un lugar vacío que ni el tiempo, ni olvido podrán arrendar porque ese lugar es el que cuida mi corazón y resguarda con recelo a algún nuevo turista, a algún nuevo pasajero, a algún nuevo romántico amor de invierno, pero nadie digno como ella quien se llevó mis mejores días y mis mayores deseos con un sólo beso que recreé yo sólo en mis sueños.

Pasar por el mismo lugar donde la veía diferente, donde sentía que todo lo hecho en mi vida tenía recompensa y una recompensa llena de ilusión y de buenas armonías que yo sólo sentía dentro. Hoy sólo se escucha un silencio, el mismo silencio que me acompaña desde que no la veo, desde que no la siento, desde que es ajena hoy a mi vida y donde me presagia la visita del desamor llegando a lo lejos, pero mi consciencia me pide que pase de nuevo para asegurarme de que ya no está, que no la tenemos, que la hemos perdido, que ya para ella sólo somos la copia de algún mal amor que no debió surgir en el momento, pero, mi corazón me reclama por imaginar ello, me exige que no se vaya tan fácil su recuerdo, así tan fácil como ella nos dejó como si fuese distante y cortante hoy al tiempo.

Repasar en mi memoria los lindos gestos y conversaciones que tuvimos siendo ajenos, siendo aún participes de un bello sentimiento que sólo yo tuve dentro, que quise no sea único, que quise sea compartido y extenso, que quise no sea en silencio, pero hoy sólo queda el vacío de todo lo que ella se llevó y de todo lo que nos dejó frío aquí dentro.

Y es que hoy pierdo a la mujer más valiente y hermosa en este mundo del que me tocó ser huésped, pierdo el encanto de mirarla de frente, de sentir que la poseo cuando se cruzan palabras de saludo en mi mente, pero que marchita mis emociones cuando sé que no vamos por el mismo rumbo y nos aleja un triste y mezquino presente.

La extrañaré tanto como me sea permitido, la vigilaré constante en mis sueños que deseo no sean efímeros y donde juré cuidarla por siempre, porque sólo eso hoy me queda en mi mente, ya que hasta de mis propios sentidos hirientes la he perdido y la he perdido sin antes haberle dicho que la he querido y que la querré eternamente…

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